Berlín | Explorando la isla de los pavos reales
Cierra los ojos e imagínate que estás en una isla tremendamente verde. En ella predominan las fuentes, las flores, el canto de los pájaros y los edificios de estilo decadente. Esta isla no es muy grande y está plagada de coloridos pavos reales. Sí lo sé, parece que estemos en plena sesión de meditación o metid@s de lleno en un idílico cuento. ¡Pues no! Este escenario que estoy describiendo, no es para nada imaginario. ¡Al contrario! Es totalmente real, está en Berlín y es Patrimonio de la Humanidad. ¡Bienvenid@s a la Pfaueninsel! Un paraíso natural a orillas del río Havel con el que como mínimo, ¡vais a alucinar!
Siempre que paseábamos por allí, la miraba con recelo. Más que nada, porque después de realizar mi paseo favorito justo en esa zona, ¡acababa agotada! No será para tanto, pensaba. La Pfaueninsel o isla de los pavos reales, apenas tiene un kilómetro y medio de largo y tan solo medio de ancho. Sin embargo, no os aconsejo combinar esta visita con otro plan agotador en el que hayáis estado horas y horas caminando. Nada más llegar, ¡os encontraréis con un palacio blanco de lo más vintage! Fue construido para el Rey Federico Guillermo II en 1797, con la intención de ser un nidito romántico donde encontrarse con su amante. Por desgracia, no pude visitar su interior porque lo están renovando. No sé que os parecerá a vosotr@s pero a mí ese puente metálico que conecta ambas torres, me parece de lo más interesante a la vez que extravagante (Fotos 1 y 3).
Me sorprendió muchísimo que antes de ser la isla de los pavos reales, fue un laboratorio de cristal y hasta un criadero de conejos. En la actualidad, también fue usada como escenario cinematográfico y en ella se rodaron algunas películas de estilo clásico. Lo que no me extraña, porque se trata de un lugar con un paisaje impresionante en el que te puedes encontrar árboles centenarios, edificios de época y hasta familias de cisnes a orillas del río nadando. Hay hasta una pajarería antigua, un jardín de rosas y una lechería. Después del palacio principal, lo que más me gustó fue el edificio Kavalierhaus. Es de color amarillo pastel y estilo clásico, así como destaca de una manera muy modesta en medio del campo. Justo en él, era donde se alojaban los caballeros hace muchísimos años. ¡Podéis verlo justo aquí debajo!
¡Y claro! Seguro que os estaréis preguntando si su nombre se corresponde o no, con lo que por allí hay. Pues ya os adelanto que sí. ¡La isla está plagada de pavos! Y esto lo notaréis nada más llegar. Porque la verdad, su plumaje es muy bonito pero su canto deja mucho que desear. Tuve la suerte de ver alguno muy de cerca y justo este que véis en la foto de abajo, decidió acompañarme casi medio kilómetro caminando. Me impresionó un montón el azul tan brillante que tenía su plumaje y que a pesar de que me imaginaba lo contrario, era muy tranquilo y sociable. Su carácter me recordaba al de las palomas, pero en tamaño gigante. Supongo que ya estarán más que acostumbrados a recibir visitantes y les encantará eso de ser unas auténticas celebridades del parque.
Para acceder a esta isla, tan solo tenéis que dirigiros a Nikolskoer Weg y tomar un ferri en el puerto. Sale cada quince minutos, el trayecto apenas dura un minuto y cuesta unos tres euros. No os olvidéis de visitar su tienda y su restaurante para reponer fuerzas. Y ya os aviso, en esta isla casi todo está prohibido. No se permiten perros ni bicicletas, y es una zona libre de humo. Tampoco se pueden tocar los árboles o las flores y ni se os ocurra pisar el césped ni tan solo un milímetro. Yo lo hice sin querer mientras hacía una fotografía y de repente, un señor muy alemán sacó un silbato y me empezó a pitar a saco. La verdad es que me quedé un poco perpleja. Pero después de entender lo que pasaba, le hice un gesto de que todo estaba claro y se fue satisfecho por hacer bien su trabajo. Yo lo hice también, porque así podía seguír explorando tranquilamente esta reserva natural tan espectacular y que tanto os recomiendo visitar si estáis de paso por la capital (Más info aquí).
¿Qué me decís? ¿Habéis estado ya? ¿Os gustan los pavos reales? ¿Conocéis algún lugar similar que me podáis recomendar?
¡Espero impaciente vuestros comentarios! Y como siempre os espero en Twitter y Instagram, donde comparto mi día a día y un montón de recomendaciones más. Y si te gustan tanto mis looks como mi estilo decorativo, pásate por mi perfil de 21 Buttons desde donde los podrás comprar.
Siempre que paseábamos por allí, la miraba con recelo. Más que nada, porque después de realizar mi paseo favorito justo en esa zona, ¡acababa agotada! No será para tanto, pensaba. La Pfaueninsel o isla de los pavos reales, apenas tiene un kilómetro y medio de largo y tan solo medio de ancho. Sin embargo, no os aconsejo combinar esta visita con otro plan agotador en el que hayáis estado horas y horas caminando. Nada más llegar, ¡os encontraréis con un palacio blanco de lo más vintage! Fue construido para el Rey Federico Guillermo II en 1797, con la intención de ser un nidito romántico donde encontrarse con su amante. Por desgracia, no pude visitar su interior porque lo están renovando. No sé que os parecerá a vosotr@s pero a mí ese puente metálico que conecta ambas torres, me parece de lo más interesante a la vez que extravagante (Fotos 1 y 3).
Me sorprendió muchísimo que antes de ser la isla de los pavos reales, fue un laboratorio de cristal y hasta un criadero de conejos. En la actualidad, también fue usada como escenario cinematográfico y en ella se rodaron algunas películas de estilo clásico. Lo que no me extraña, porque se trata de un lugar con un paisaje impresionante en el que te puedes encontrar árboles centenarios, edificios de época y hasta familias de cisnes a orillas del río nadando. Hay hasta una pajarería antigua, un jardín de rosas y una lechería. Después del palacio principal, lo que más me gustó fue el edificio Kavalierhaus. Es de color amarillo pastel y estilo clásico, así como destaca de una manera muy modesta en medio del campo. Justo en él, era donde se alojaban los caballeros hace muchísimos años. ¡Podéis verlo justo aquí debajo!
¡Y claro! Seguro que os estaréis preguntando si su nombre se corresponde o no, con lo que por allí hay. Pues ya os adelanto que sí. ¡La isla está plagada de pavos! Y esto lo notaréis nada más llegar. Porque la verdad, su plumaje es muy bonito pero su canto deja mucho que desear. Tuve la suerte de ver alguno muy de cerca y justo este que véis en la foto de abajo, decidió acompañarme casi medio kilómetro caminando. Me impresionó un montón el azul tan brillante que tenía su plumaje y que a pesar de que me imaginaba lo contrario, era muy tranquilo y sociable. Su carácter me recordaba al de las palomas, pero en tamaño gigante. Supongo que ya estarán más que acostumbrados a recibir visitantes y les encantará eso de ser unas auténticas celebridades del parque.
Para acceder a esta isla, tan solo tenéis que dirigiros a Nikolskoer Weg y tomar un ferri en el puerto. Sale cada quince minutos, el trayecto apenas dura un minuto y cuesta unos tres euros. No os olvidéis de visitar su tienda y su restaurante para reponer fuerzas. Y ya os aviso, en esta isla casi todo está prohibido. No se permiten perros ni bicicletas, y es una zona libre de humo. Tampoco se pueden tocar los árboles o las flores y ni se os ocurra pisar el césped ni tan solo un milímetro. Yo lo hice sin querer mientras hacía una fotografía y de repente, un señor muy alemán sacó un silbato y me empezó a pitar a saco. La verdad es que me quedé un poco perpleja. Pero después de entender lo que pasaba, le hice un gesto de que todo estaba claro y se fue satisfecho por hacer bien su trabajo. Yo lo hice también, porque así podía seguír explorando tranquilamente esta reserva natural tan espectacular y que tanto os recomiendo visitar si estáis de paso por la capital (Más info aquí).
¿Qué me decís? ¿Habéis estado ya? ¿Os gustan los pavos reales? ¿Conocéis algún lugar similar que me podáis recomendar?
¡Espero impaciente vuestros comentarios! Y como siempre os espero en Twitter y Instagram, donde comparto mi día a día y un montón de recomendaciones más. Y si te gustan tanto mis looks como mi estilo decorativo, pásate por mi perfil de 21 Buttons desde donde los podrás comprar.
Esto no me lo pierdo, para julio lo espero visitar,besos Pepa.
ResponderEliminar¡Me alegro! 😆
EliminarLa verdad que la isla parece sacada de "Alicia en el País de las Maravillas". No me la pierdo en mi próxima visita!! 💕
ResponderEliminar🤭
EliminarQue bien detallado y que fotos tan bonitas cariño.
ResponderEliminarQueda pendiente en mi lista de deseos visitar este lugar tan mágico.
UN ABRAZO ENORME, te dejo un enlace que quizás pueda ser de utilidad para más de una persona.
https://www.youtube.com/watch?v=OB7rdGA0A3g
Conxita
tedeternura.com
¡Abrazo de vuelta Conxita!
Eliminar¡Qué maravilla! Para mi próxima visita sin falta!!!
ResponderEliminarBesos rojos por doquier Pepa!!!!
¡Eso! 💞
EliminarNo sabía de su existencia, qué lugar más curioso ^^
ResponderEliminarMe has dejado impresionada, ¡qué sitio tan mágico! Parece de cuento de hadas y de princesas. Lo incluiré en mi viaje a Berlín seguro.
ResponderEliminar¡Pues cómo me alegro! 😁
Eliminar¡Hola guapa! Nunca he estado en Berlín; no me llamaba la atención sin embargo todo el mundo habla maravillas de esta ciudad, así que tarde o temprano la visitaré y seguro que me sorprende :) Me apunto la isla de los pavoreales, ¡ha llamado mucho mi atención! Me encantan los paisajes verdes, y también los pavoreales; cuando era niña teníamos dos en el jardín de casa, Jaja.
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog, ¡nos leemos!
¡Hola! Pues entonces este lugar te encantará. ¡Anímate y vente a conocer Berlín!
Eliminar¿Dos pavos reales en el jardín? ¡Que pasadaaa! 😍
Bonito lugar, que pena no haberlo visto cuando estuve en Berlín. Por cierto, es una ciudad muy interesante. 😙😙
ResponderEliminarPues ya sabes, ahora tienes una razón más para volver 😁
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